Érase una vez un perrito que cuando se portaba mal le pegaban. Un día se lo vendieron a una bruja que cuando lo vió se puso a llorar porque tenía la cara con un ojo morado y una pata rota. La bruja cogió la jaula donde venía el perro, lo sacó y le dió de comer, de beber, una cama y mucho, mucho cariño y el perrito se curó y fue feliz.
(Autor: Manu)